Como toda anti pinky que se respeta me gustan las cosas claras y el chocolate espeso a la hora de hablar con mis niñas. Las piojas aún son chiquitas, pero me he puesto mil veces en el escenario de tener que explicarles sobre la vida y el amor cuando crezcan. Acabo de elaborar esta guía mental de mensajes y terminé MUY feliz. Me pongo la estrellita en la frente y la comparto. Oh yeaaah!!!
Relaciones felices para siempre: Queridas peques, en el mundo real, el forever and ever o el happily ever after en una relación amorosa se reducen a la última página de los cuentos de Disney y es solo una realidad posible tras una gigantesca chamba DE A DOS, sostenible en el tiempo y únicamente real si hay madurez emocional. De hecho, sus abuelos, mis padres, lograron un matrimonio que se separó únicamente tras la muerte de la Mamama, pero nunca fue un lecho de rosas pálidas y sedita que no raspa el potito. No es que los abuelos se arrojaran los platos todos los días, ¡noooo!, solo se tiraban los zapatos, jajaaaa. Mentira, fuimos la familia antiviolencia. Y aunque recuerdo un par de veces con el abuelo durmiendo en el sofá, fue hartísimo trabajo como socios, partners, sentido del humor, mutua valoración y sobre todo respeto, lo que los mantuvo juntos 40 años. En la época que ustedes viven, nenas, la era del YOLO, la complacencia inmediata y del hartazgo rápido; encontrar el propósito serio de un compromiso de largo plazo sería como hallar por fin el trébol de cuatro hojas que aún buscan en el jardincito de la entrada. Pero, ya, si creen que la pareja califica para un proyecto de mucho tiempo con el ideal de “toda una vida”, pues consideren comprometer neuronas, esfuerzo y talento de negociación, además de calentura y sentimentalismo. Pero eso sí: ni a balas lo hagan sin haberse enamorado al menos unas tres veces, con su respectiva ruptura de corazón, lágrimas, helado de chocolate, sesión curadora de amiga, tres cajas de Klennex como mínimo y otra vez ¡pa´lante!, ¡listas para continuar en escena ☺
La fidelidad: No todos los seres humanos fueron hechos para ella. La monogamia nació como principio de supervivencia y para preservar los bienes de la especie. Si llegan a la conclusión de que no vinieron de fábrica con el chip puesto, solo sean sinceras y plantéenlo clarito desde el principio. Aun si las ven con cara rara, que les importe un cuerno, pues es mejor una relación transparente y loca, que una declaratoria de lealtad que no cumplirán. Y si creen que la monogamia es el cantar de ambos, claro, -tiene que ser de a dos sino no juega Perú- comprométanse con sus parejas para ello. Trabajen día tras día, noche tras noche para sorprenderse mutuamente, reinventarse, mantener la ilusión, los chistes para el café de la tarde, los detalles de no aniversarios y los espacios de independencia. Solo así.
Los críos: Así como no todos nacimos para la fidelidad, tampoco para la paternidad y la maternidad. Si se ven como madres en un futuro y como yo, les importaría comprometerse en el reto de la crianza, asuman que a veces esta cruzada se sigue de a uno, porque puede que el otro zafe cuerpo o simplemente salga con el “de lejitos nomás” o el “solo unos días a la semana”. No les digo que criar de a uno sea imposible. De hecho, ustedes la tienen clara siendo hijas de un matrimonio divorciado. Pero anoten: lo chévere sería que el co-partícipe de la criatura asuma junto a ustedes las madrugadas de llantos y enfermedades… y lo más jodido de conseguir: que los dos se pongan de acuerdo desde el tipo de alimentos, las opciones de paseo de fin de semana y las formas de reaccionar cuando a los chicos y chicas pasan por los retos cotidianos de vida. Y es que son los desacuerdos los que más heridas dejan, cie la vie….
Igual si no quieren ser madres, pues felices sean. Amén.
Con estas líneas, mis peques, ya saben ustedes que esta madre suya no les impone un rol reducido en esta vida, porque vivir es volar, disfrutar, equivocarse y seguir caminando. No sueño con verlas vestidas de novia, mucho menos anhelo para ustedes príncipes azules, ni rojos, ni dorados. Solo las quiero libres.
Y también espero seguir haciéndoles cosquillas hasta que sean viejas.